¿Qué dice la ciencia sobre el amor?
El amor tiene un gran impacto en nuestras vidas. Cambia
nuestro comportamiento, nuestro humor y la persona en cuestión invade una gran
parte de nuestros pensamientos. Incluso, puede interferir en el desempeño de
nuestras tareas diarias. El amor desde el punto de vista adaptativo tienen el
fin de asegurar la descendencia y su cuidado en los primeros años. Así, según
los científicos, facilitaría que nos agrupemos en parejas.
La química del amor
Cuando estamos en la fase del enamoramiento hay una gran
implicación de diversos neurotransmisores. La actividad química de nuestro
cerebro cambia desencadenando la sintomatología típica. Los neurotransmisores
que están más estrechamente relacionados con este proceso son la dopamina, la
norepinefrina y la serotonina..
¿Qué áreas del
cerebro están involucradas?
Hay dos áreas cerebrales que son las que tienen una relación
más directa con el amor. Estas son el área tegmental ventral (ATV) que produce
dopamina y que provoca esa euforia: sensación de plenitud que nos empuja a
conseguir nuestras metas. También el núcleo caudado es importante cuando
hablamos de amor. Se ocupa de la pasión y es una de las áreas más primitivas.
Mediante neuroimagen, los científicos han sido capaces de
detectar actividad en estas áreas en el cerebro de los enamorados. Las áreas
involucradas forman parte del sistema de recompensa que hace que centremos
todos nuestros esfuerzos en conseguir algo. Además se ha observado que la
actividad es parecida a cuando, por ejemplo, comemos chocolate: produce un
patrón de activación similar.
La característica adictiva del amor hace que aparezcan la
obsesión y la compulsión, siendo la pareja el objetivo de estos
comportamientos. Se produce una dependencia emocional, física e incluso un
cambio en nuestra personalidad y gustos. Esa sensación de no poder vivir sin
esa persona se debe al aumento de dopamina en estas áreas cerebrales.
amor
Deseo, amor y celos
Desear y amar a alguien no es la misma cosa. Aunque cuando
amamos a alguien, sobre todo en los primeros años, también le deseamos, desear
a alguien no implica amarle. El deseo cuenta con una hormona, la testosterona.
Esta testosterona se libera en cantidades mayores cuando estamos enamorados por
el aumento de DA y NE que estimulan su producción.
Cuando el amor
termina
El rechazo o la ruptura son difíciles de afrontar y el
cerebro y los neurotransmisores también toman parte en esta fase. Cuando hay
una crisis de pareja, la liberación de dopamina aumenta: esto es porque existe
la tendencia a luchar por lo que queremos y conservarlo. Al aumentar la
dopamina y no conseguir la recompensa que buscamos se activa la amígdala
apareciendo la ira, la primera fase.
La primera fase en la ruptura, la ira hace que haya solo una
paso del amor al odio. Dado que el cerebro no se puede permitir tal gasto de
energía por un tiempo largo, una vez superada la primera fase, entra la
resignación a la pérdida. En esta segunda fase se entra en una profunda
tristeza, nos rendimos al hecho de que ya no nos quieren.
¿El amor tiene fecha
de caducidad?
Es una pregunta difícil de contestar porque tenemos muchos
ejemplos para apoyar las dos respuestas, el no y el sí. Aunque la ciencia ha
intentado contestar a esta cuestión de la manera más acertada posible, las
investigaciones apuntan a que realmente somos monógamos pero de manera
sucesiva. Esto es, tendríamos una química cerebral favorable a tener una única
pareja, pero durante un tiempo determinado, alrededor de 4 años.
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