martes, 24 de septiembre de 2019

La ciencia sobre el amor


¿Qué dice la ciencia sobre el amor?

El amor tiene un gran impacto en nuestras vidas. Cambia nuestro comportamiento, nuestro humor y la persona en cuestión invade una gran parte de nuestros pensamientos. Incluso, puede interferir en el desempeño de nuestras tareas diarias. El amor desde el punto de vista adaptativo tienen el fin de asegurar la descendencia y su cuidado en los primeros años. Así, según los científicos, facilitaría que nos agrupemos en parejas.

La química del amor
Cuando estamos en la fase del enamoramiento hay una gran implicación de diversos neurotransmisores. La actividad química de nuestro cerebro cambia desencadenando la sintomatología típica. Los neurotransmisores que están más estrechamente relacionados con este proceso son la dopamina, la norepinefrina y la serotonina..

¿Qué áreas del cerebro están involucradas?
Hay dos áreas cerebrales que son las que tienen una relación más directa con el amor. Estas son el área tegmental ventral (ATV) que produce dopamina y que provoca esa euforia: sensación de plenitud que nos empuja a conseguir nuestras metas. También el núcleo caudado es importante cuando hablamos de amor. Se ocupa de la pasión y es una de las áreas más primitivas.
Mediante neuroimagen, los científicos han sido capaces de detectar actividad en estas áreas en el cerebro de los enamorados. Las áreas involucradas forman parte del sistema de recompensa que hace que centremos todos nuestros esfuerzos en conseguir algo. Además se ha observado que la actividad es parecida a cuando, por ejemplo, comemos chocolate: produce un patrón de activación similar.

La característica adictiva del amor hace que aparezcan la obsesión y la compulsión, siendo la pareja el objetivo de estos comportamientos. Se produce una dependencia emocional, física e incluso un cambio en nuestra personalidad y gustos. Esa sensación de no poder vivir sin esa persona se debe al aumento de dopamina en estas áreas cerebrales.
amor

Deseo, amor y celos
Desear y amar a alguien no es la misma cosa. Aunque cuando amamos a alguien, sobre todo en los primeros años, también le deseamos, desear a alguien no implica amarle. El deseo cuenta con una hormona, la testosterona. Esta testosterona se libera en cantidades mayores cuando estamos enamorados por el aumento de DA y NE que estimulan su producción.

Cuando el amor termina
El rechazo o la ruptura son difíciles de afrontar y el cerebro y los neurotransmisores también toman parte en esta fase. Cuando hay una crisis de pareja, la liberación de dopamina aumenta: esto es porque existe la tendencia a luchar por lo que queremos y conservarlo. Al aumentar la dopamina y no conseguir la recompensa que buscamos se activa la amígdala apareciendo la ira, la primera fase.
La primera fase en la ruptura, la ira hace que haya solo una paso del amor al odio. Dado que el cerebro no se puede permitir tal gasto de energía por un tiempo largo, una vez superada la primera fase, entra la resignación a la pérdida. En esta segunda fase se entra en una profunda tristeza, nos rendimos al hecho de que ya no nos quieren.

¿El amor tiene fecha de caducidad?
Es una pregunta difícil de contestar porque tenemos muchos ejemplos para apoyar las dos respuestas, el no y el sí. Aunque la ciencia ha intentado contestar a esta cuestión de la manera más acertada posible, las investigaciones apuntan a que realmente somos monógamos pero de manera sucesiva. Esto es, tendríamos una química cerebral favorable a tener una única pareja, pero durante un tiempo determinado, alrededor de 4 años.


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